martes, 9 de julio de 2024

3. Brooklyn y Harlem

Como tiende a confundirse Nueva York con Manhattan, conviene dejar claro que Brooklyn (lo mismo que El Bronx y otros barrios o distritos) también son Nueva York, y en este caso Brooklyn, el otro Nueva York, es una zona urbana con personalidad, amable, residencial, arbolada y tranquila. Aunque tiene algún área con rascacielos, mayormente es un vecindario de casas de pocas plantas, amplias avenidas,  muy verde, familiar. Desde luego agradable. Aquí estaba nuestra residencia, en Union Street, en el barrio de Park Slope, que goza de justa fama.

Juan Pablo II inauguró el templo maronita

Aunque nuestro centro de operaciones (turísticas) fue Manhattan, como es casi obligado, tratamos de prestar alguna atención a Brooklyn, y en parte lo logramos. Se justifica en que los puntos atractivos para el visitante están en Manhattan, mayoritariamente, y en que Brooklyn es muy agradable pero principalmente para residir. Por situar, este distrito de Nueva York es muy extenso, 180 kilómetros cuadrados, casi el doble de un municipio amplio como Vigo, y poblado por cerca de 3 millones de personas. 

El día siguiente a la llegada lo dedicamos en su totalidad a Brooklyn, principalmente para no tener que coger el metro. Así que nos pasamos la jornada caminando, en un intento (obviamente fallido) de ir diluyendo el jet lag. En este largo paseo fuimos andando hacia el norte a la búsqueda de una estación de metro con personal en un día de domingo, y en el trayecto nos topamos con una preciosa catedral maronita de Nuestra Señora del Líbano, ya cerca del East River.

Antes cumplimos con los deberes domésticos básicos acudiendo a un supermercado cercano al apartamento. Abría a las ocho de la mañana, y allí estábamos minutos después para llenar el frigorífico y poder desayunar. Resultó un establecimiento amplio, muy bien surtido, atendido prácticamente en su totalidad por hispanos (el idioma español se oía continuamente) y con una temperatura gélida en su interior que nos espantó, sobre todo por el contraste con el intenso calor exterior. Tras esta primera visita siempre acudimos con alguna prenda de abrigo a mano.

Sorprendente puerta metálica con relieves en esta catedral

No teníamos muy claro lo que es la iglesia maronita, obviamente vinculada a la comunidad maronita libanesa, pero nada más. Al ver que se declaraban católicos y que la inauguró el papa Juan Pablo II, quedamos confundidos. Pero no había duda, y ya en la parte superior de la puerta de entrada junto a dos cedros del Líbano exhibe los símbolos reconocibles del papado romano.

Interior de la catedral maronita, atractiva, colorista y muy bien mantenida

Había poca actividad en una mañana de domingo y pudimos recorrerla y observarla con tranquilidad. No nos parecía un templo católico como a los que estamos acostumbrados. El rato en su interior fue muy relajante. Por lo que hemos leído después, los maronitas pueden considerarse católicos con algunos ritos diferenciados.

Nuestra primera visión de Manhattan desde Promenade Heights

Desde la estación de metro de Clarke Street nos acercamos al cercano litoral, en Promenade Heights, de lo que ya hablamos en la primera entrada. Tras descubrir Manhattan, caminamos hacia el norte bordeando el East River para llegar a la zona/barrio de Dumbo, actualmente prestigiada y conocida. Es la que se extiende bajo el puente de Brooklyn y alrededores.

Brooklyn desde Manhattan

Manhattan y el puente de Brooklyn desde Dumbo

Antigua zona portuaria, con almacenes, naves y  mucha actividad laboral y portuaria ya desaparecida. Dumbo ha devenido en un área residencial y de ocio muy valorada. Antes de la existencia del puente aquí atracaban los transbordadores que conectaban con Manhattan.

Viejos almacenes portuarios transformados en locales de ocio y hostelería

Antiguos almacenes lindantes con el río han sido reconvertidos en locales de ocio y comerciales, y esa mañana de domingo estaban atestados de gente, muchas familias que, sencillamente, pasaban la jornada junto al río. Como es habitual en Nueva York, la terraza de este centro comercial está habilitada como terraza y subimos allí a contemplar una atractiva vista de los alrededores.

Puente de Manhattan al fondo de esta calle de Dumbo

Casi siempre con el puente al frente o de lado, han florecido terrazas, comercios, tiendas, locales de todo tipo y mucha animación.

bocata callejero... de langosta

En un amplio y hermoso parque casi debajo del puente localizamos un chiringuito que tenía como especialidad bocatas de langosta, que fue nuestro almuerzo. Al tratarse de este preciado marisco no eran baratos, pero estaban riquísimos.

Enorme escultura en la calle Tillary

En una jornada posterior, el día que atravesamos andando el puente de Brooklyn encontramos Unity, interesante escultura colocada en la calle Tillary, muy cerca del punto donde se accede peatonalmente al puente. Fue instalada hace cinco años en el marco de un plan municipal de acercar el arte a los ciudadanos. Tiene siete metros de alto y el dedo señala al cielo, en un paralelismo con la mano alzada de la Estatua de la Libertad. Es obra del artista afroamericano Hank Willis Thomas.

Restos de los cimientos de un antiguo muelle en la zona de Dumbo

Para completar la jornada nos acercamos a Williamsburg, área que acoge a una populosa comunidad ultraortodoxa judía, barrio muy conocido por este motivo. Nos acercamos en metro y dimos unas vueltas, pero solo nos topamos con una familia, aunque los veríamos otros días en distintos lugares, pues su vestimenta, la de los hombres y las mujeres, incluso las de las niñas, los identifica. Para nosotros son ropas gruesas, sombreros, medias oscuras etc, absolutamente incompatibles con los rigores del verano neoyorquino, pero parece que ellos no piensan lo mismo

Parque lleno de deportistas en el barrio de Wiliamsburg

En el paseo por el barrio ultraortodoxo lo más llamativo fueron dos amplios parques con mucha gente haciendo deporte pese a los calores de esa tarde. Tras recorrer varias calles tomamos el metro para volver a nuestra residencia. Al salir en Union Street la tormenta había estallado y fue preciso usar el chubasquero, pero lo agradecimos.

Antes de abandonar Nueva York dedicamos otro día completo a Brooklyn con la finalidad de conocer los famosos grafitis de Bushwick, zona que ha adquirido relevancia gracias al trabajo de numerosos artistas callejeros. Este barrio, al norte de Brooklyn y ya lindante con Queens, tiene unos 150.000 habitantes y cerca de la mitad de origen extranjero, mayormente de islas del Caribe. Es una zona que arrastraba índices de pobreza y en el pasado de inseguridad, algo que afortunadamente ha cambiado y ello ha redundado en una importante regeneración social y cultural.

Normalmente los grafitis son de gran tamaño

En este contexto, el movimiento Bushwick Collective, nacido en 2012 por la actividad de Joseph Ficalora, inició el trabajo de decoración de paredes y medianeras que ha colocado al barrio en el mapa turístico. Unido a la mejora de la seguridad y la limpieza, han florecido locales comerciales y restaurantes y bares, que los fines de semana están a rebosar.


Pero el colectivo no es ni mucho menos una entidad organizada, sino una forma de unificar esta actividad cultural, que se lleva a cabo siempre con el permiso del dueño del edificio y de manera gratuita.


Los hay de todo tipo, realistas, imaginarios, con animales...


Feroces


Inclasificables


Y los adjetivos que uno prefiera utilizar.

Abrazo de un niño judío con otro palestino

No faltan los que envían mensajes transparentes de tolerancia, como el de la imagen superior, que decora una pared de un centro escolar. Y mucho más llamativo por la situación de Palestina en el verano del 2024.


Pero no es oro todo lo que reluce en Bushwick. Aunque los que aquí mostramos no tienen tacha, encontramos otros muchos vandalizados, tapados parcialmente por enormes montones de cartones o por mobiliario de terrazas. O afectados por el paso del tiempo.


Pese a algunos peros que podamos poner, el conjunto es atractivo y a la vez que se recorre la ruta de grafitis (ver la guía de Molaviajar), puede contemplarse un barrio al que antes no se venía y en el que topamos con gente amable.


Como despedida, esta silueta de Nelson Mandela.


Salimos satisfechos de esa mañana que pasamos por Bushwick. Por cierto, no hace mucho que Netflix ha instalado allí unos enormes estudios (15.800 m2) que junto con cantidad de restaurantes y locales que se están abriendo contribuirán a revitalizar mucho la zona. Por lo visto el espacio cuenta con seis escenarios de sonido, salas de edición, salas de reuniones y una cafetería, permitiendo que se graven  varios programas al mismo tiempo.

HARLEM

Harlem es un área de Manhattan situada al norte y noreste de Central Park. Con una larga historia, su nombre proviene de la ciudad holandesa de Haarlem, que le dieron sus antiguos e iniciales pobladores neerlandeses. Ha sufrido numerosas crisis, especialmente durante la Gran Depresión y la desaparición de las industrias a mediados del siglo pasado. Pero esos tiempos pasaron y actualmente es una zona demandada y vital.

Iglesia de Harlem a la que fuimos buscando godspel

En este barrio hay una importante comunidad afroamericana y es conocido por sus numerosas iglesias donde hay celebraciones religiosas de godspel. Como muchos turistas buscamos a la que pudiéramos acudir el domingo para disfrutar de estos cánticos religiosos tan atractivos.

Solo unos pocos elegidos tuvieron derecho a silla

Elegimos la Bethel Godspel Assembly, muy recomendada en internet,  pero no acertamos. Principalmente, porque la celebración fue en el exterior, supuestamente por lo caluroso de la jornada, aunque nosotros hubiéramos preferido el interior para poder estar sentados. Acudimos con mucho margen de tiempo,  pero eso solo significó más tiempo sentados en el suelo. Al llegar una encargada preguntaba si ibas a comulgar, y la respuesta negativa implicaba dirigirte al lateral y sentarte en la hierba bajo un toldo. A la media hora optamos por levantarnos para no anquilosarnos.

La comunidad siguió entusiasmada los cánticos de los pastores y los coros

La misa de godspel en sí fue atractiva, con dos pastores dirigiendo los cantos, un tanto monótonos y repetitivos, pero en los que algunos/as asistentes casi llegaron al trance.



Varios coros y algunos músicos acompañaron a los pastores y un público entregado siguió la actividad con entusiasmo.


Los pastores se esforzaban y no cejaron ni cuando las nubes dejaron aparecer al sol, y el calor aumentó.



A los que habían anunciado su intención de comulgar, la encargada de admisión les había dado unos pequeños dados precintados, suponemos que con unas gotas de vino. Llegado el momento de la comunión todos los bebieron y la misa inició la recta final. Cansados de estar de pie abandonamos el lugar y nos prometimos que de volver a Harlem elegiríamos una iglesia discreta y menos afamada buscando una misa godspel distinta. Pese a ello, la seguimos con interés, por supuesto.


Ya instalados en Harlem, decidimos dedicar el resto del día a patear el barrio. Justo enfrente de la iglesia hay un parque grande, que nos llamó la atención por su aspecto descuidado y sucio. Y justo en uno de sus extremos encontramos una piscina pública, concurrida. Nos habíamos preguntado donde se bañaban los neoyorquinos (playa de Coney Island aparte), pues está vetado en los ríos que bordean la ciudad y no veíamos piscinas. Esta fue la primera y casi la única.


Utilizando grandes avenidas, bastante concurridas al final de la mañana, llegamos al conocido teatro Apollo, en esta ubicación desde 1914, una leyenda en la música de Harlem.



Al lado del teatro hay un paseo de la fama al estilo de Los Ángeles con sus placas en el suelo de conocidos cantantes.


En una de las avenidas encontramos una llamativa escultura de Adam Clayton Powell jr (1908/1972), un pastor afroamericano que impulsó la Iglesia Baptista Abisinia, hijo de madre esclava y que no conoció a su padre. Fue un activista en la mejora de las condiciones de vida y de la educación de los afroamericanos.

Avenidas de Harlem con nombres de personajes afroamericanos muy conocidos

Pasamos la mañana caminando y nos costó encontrar donde comer en un lugar fresco. Lo intentamos en el afamado Silvia´s, pero estaba a tope. Sin embargo, a unos metros, el Azahara, un curioso local con comida africana y muchos zumos resultó un hallazgo. Tomamos cordero y un mix de verduras, vegano, obviamente una mezcla heterodoxa, pero a una temperatura adecuada: ni el frío polar de algunos locales ni tampoco agobiados por el calor. Y es que ese domingo se alcanzaron 34 grados con 38 de sensación térmica. Mucho para pasar el día en la calle.

Acabada la comida, entramos en Central Park por el norte, recorrimos una zona, descansamos en una campa y recorrimos luego la calle Central Park West que lo bordea, una avenida con edificios elegantes y porteros en muchos de ellos, imaginamos que tremendamente caros, casi tres kilómetros de trazado. Aunque íbamos por sombra, era necesario hidratarse cada rato.

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