jueves, 4 de julio de 2024

6. Washington en un día (con despliegue policial)

Decidimos pasar las dos semanas del viaje en Nueva York y hacer una única salida a Washington en una excursión organizada. Ya conocíamos Filadelfia (ver el blog de San Francisco 2014) y Boston pensamos puede ser un viaje en cualquier momento por la entidad de la ciudad, así que la capital federal se impuso como opción. 450 kilómetros la separan de NY, por lo que ir y volver en el día implicaba un cierto palizón, pero lo asumimos. Cita a las 6:00 de la  mañana en Times Square (tremendo madrugón para llegar con garantías desde Brooklyn en metro) y regreso sobre las 22:00; y jornada a la carrera por Washington, pero en el bus se descansa. Por tanto, sin problema. El viaje lo hicimos con la agencia Interviajes y nos costó para los dos 170 euros.

Manhattan al amanecer desde Nueva Jersey al inicio de la excursión

Salimos de Nueva York al poco de amanecer y dejamos la ciudad en el contraste de la salida del sol. El autobús iba lleno y llevábamos un guía colombiano, Carlos, agradable, hablador, con mucha mili y muy sabido, casi norteamericano después de 30 años en el país. Tanto, que desde hace un tiempo se ha vuelto a vivir a Medellín (Colombia) y divide su tiempo entre ambos países; en USA trabaja y está cerca de sus tres hijos, y en la capital de Antioquia pasa el resto del tiempo con su novia, una vez separado. 

Bordeamos Baltimore de camino a Washington

En el trayecto bordeamos la importante ciudad de Baltimore, famosa por la mítica serie de TV The Wire y meses atrás noticia por el accidente de un portacontenedores sin control que golpeó un pilar de un importante puente, que se vino  abajo. De este segundo tema nos habló el guía, quien cada rato nos entretenía con información sobre Washington utilizando un micro en el autobús.

Anuncio de restricciones por la reunión de la OTAN

Habíamos reservado la excursión varias semanas antes del viaje, por lo que no esperábamos la coincidencia con una importante reunión de la OTAN en la que participaron decenas de jefes de Estado y de Gobierno, Pedro Sánchez entre ellos para tratar el tema de la guerra entre Rusia y Ucrania. Por este motivo nos encontramos la capital norteamericana patas arriba, con decenas de policías de distintos cuerpos por todos lados y calles bloqueadas con vallas.

Policías y camiones con mecanismos para arrastrar vehículos o cualquier otra cosa

Unas calles estaban atascadas y otras sin coches por las medidas de control; al fondo, el Capitolio

La ciudad estaba vigilada por cientos de agentes de distintos cuerpos policiales, muy visibles

Si bien es cierto que no impedían el acceso a la ciudad, el autobús tuvo problemas para moverse por calles atascadas, y desde luego sorprendía ver la procesión de agentes con perros policía o las enormes furgonetas del servicio secreto junto a la Casa Blanca.

El Potomac es uno de los dos ríos que bordean la ciudad

En el camino hasta Arlington cruzamos el Potomac, el principal río que atraviesa Washington antes de desembocar en la bahía de Chesapeake. También bordea la capital federal el Anacostia.



Y después pasamos con el autobús por las inmediaciones del Pentágono, el ministerio de Defensa norteamericano, una sede imponente en la que trabajan cerca de 30.000 personas en el que está considerado el edificio de oficinas más grande del mundo.

Desde aquí se gestionan los ejércitos norteamericanos y cerca de 800 bases militares en el extranjero en más de sesenta países. De seguido nos dirigimos al cementerio militar de Arlington, donde haríamos una parada para visitar algunos puntos de interés.

Arlington es una visita obligada en Washington

Una vez más, la entrada incluyó una revisión de bolsos y un importante control de seguridad. Éramos cientos de personas a la vez y, estilo colegio, en el exterior obligaban a los distintos grupos de turistas y visitantes a formar en filas.

400.000 militares descansan en este cementerio

Arlington es un cementerio enorme, unas 250 hectáreas, en las que están enterrados unos 400.000 militares desde la Guerra de Secesión. Se instaló en terrenos de la plantación del general confederado Robert E. Lee, lo que algunos interpretaron como una venganza. 

El grupo bajo un árbol de gran porte para escuchar las explicaciones de nuestro guía

Hacía un calor tremendo ese 9 de julio (alcanzamos 35 grados, con sensación térmica de 39), por lo que todos sudábamos e intentábamos huir del sol. Carlos aprovechaba algún árbol de gran tamaño para reunirnos de vez en cuando y darnos información sobre este camposanto.


Tumbas del presidente Kennedy y su mujer, Jacqueline

En el recorrido pasamos junto a la tumba del asesinado presidente Kennedy y de su mujer, Jacqueline, un deseo de descansar juntos que al parecer había expresado ella en vida.

Edificio de la plantación de Robert E Lee, donde se construyó Arlington

Desde la distancia observamos la casa principal de lo que fue la plantación del general más destacado del ejército sudista, Robert E. Lee, que por este motivo le fue confiscada y en la que se construyó el hoy inmenso cementerio de Arlington. Avatares de la vida, esta propiedad había pertenecido anteriormente a la familia de George Washington. El edificio principal, inspirado en el templo de Hefestos de Atenas, fue construido entre 1808 y 1812 por George Washington Parke Custis, descendiente del primer presidente de los Estados Unidos. Años después, por matrimonio con su propietaria, la propiedad recayó en el que luego sería el general Lee.

Sarcófago en piedra donde está enterrado el hijo del presidente Lincoln, fallecido en 1926

En Arlington no todo son militares, aunque casi y, como ejemplo, la destacada tumba del único hijo del presidente Abraham Lincoln, fallecido en 1926, tras una importante carrera como abogado y quien también ocupó cargos políticos. Curiosamente, Robert Todd Lincoln estuvo muy cerca del lugar donde tres presidentes fueron asesinados, incluido su propio padre (1865, él estaba en la Casa Blanca). Después, en 1881, se encontraba en la estación de tren de Washington donde recibió un disparo mortal el presidente James A. Garfield, y fue testigo directo. Veinte años después también estaba muy cerca del presidente William McKinley cuando murió asesinado en Búfalo, Nueva York. Aunque reconocía que eran casualidades, admitía, con cierta dosis de humor negro, que a veces había rechazado invitaciones presidenciales diciendo que la suya no era una buena compañía para mandatarios norteamericanos.

Acceso al monumento a Lincoln; enfrente, el Obelisco

Washington es una ciudad diseñada y se nota sobre todo en la ubicación de algunos de sus monumentos. Justo enfrente de Arlington, al otro lado del Potomac, está el monumento al presidente Lincoln. Siguiendo una línea recta ocupada por el Estanque del Reflejo, se llega al Obelisco, que en realidad es el monumento a Washington, y siguiendo dicha línea recta se desemboca en el Capitolio, el Congreso norteamericano, en total unos cuatro kilómetros. Es posiblemente la zona más monumental de la ciudad, ya que allí se encuentran los memoriales de las principales guerras del siglo XX: Segunda Guerra Mundial, Corea y Vietnam.

Fachada neoclásica del monumento a Lincoln

Este monumental recuerdo del presidente que lideró a los estados nordistas durante la guerra civil y que logró el final (oficial) de la esclavitud es un remedo de templo griego y lo visitan cada año cerca de cuatro millones de personas. Inaugurado en 1922, cuando lo visitamos estaba en obras para su mejora. Curiosamente, en la inauguración estuvo presente su único hijo, quien moriría cuatro años después. En el exterior lo bordean 36 columnas de diez metros de altura, justo el número de estados de la época de Lincoln y por ello se han grabado sus nombres, uno en cada columna. Para la inauguración ya eran 48, y los nuevos estados están grabados en las paredes exteriores; los de Hawai y Alaska figuran en unas placas colocadas más tarde.

Estatua en mármol de seis metros de Lincoln

El enorme vestíbulo interior está presidido por una estatua de Lincoln de seis metros de altura, moldeada en su estudio del Bronx, Nueva York, por los hermanos Piccirilli a partir de 28 bloques de mármol. En las paredes hay grabados significativos discursos de Lincoln y una serie de murales de Jules Guérin de un ángel liberando a un esclavo.

Lincoln, esculpido de forma pensativa


La enorme explanada entre ambos monumentos, el National Mall,  ha sido escenario de numerosas e importantes concentraciones, aunque se lleva la palma la del 28 de agosto de 1963 convocada por el movimiento por los derechos civiles en un momento de especial agitación en Estados Unidos. Ese día Martin Luther King pronunció su famoso discurso Yo tengo un sueño. Desgraciadamente, unos meses después era asesinado el presidente Kennedy y pocos años más tarde el propio Luther King.

El enorme obelisco se construyó tras una larga gestación de 50 años y se inauguró en 1884, momento en que sus 169 metros de altura lo convirtieron en la estructura más alta del mundo, hasta que en 1889 lo relevó la torre Eiffel. Las obras en sí se iniciaron en 1848, y en el momento de la inauguración llevaba treinta años muerto el arquitecto que lo diseñó, Robert Mills. La falta de fondos y la guerra civil, provocaron este alargamiento. La obra se hizo en dos fases, lo que se aprecia en el monumento, con un visible cambio de color a partir de los 50 metros.

Y si bien ya no es la estructura más alta del mundo, sí lo es de Washington, donde una ley de 1910 prohíbe construir más alto que el ancho de la calle donde se encuentre el edificio más seis metros. El Obelisco es visitable y para ello es necesario ascender 900 escalones, aunque desde 1998 existe un ascensor.

En las cercanías del estanque están  los tres monumentos a las guerras mencionadas. El Memorial a los Veteranos de la de Vietnam se propuso no olvidar a ninguno de los fallecidos de una contienda que dividió al país y que generó una notable oposición.

Monumento a los soldados muertos en Vietnam

Este monumento es una enorme pared de granito pulido negro en la que están grabados los nombres de los 58.000 soldados norteamericanos muertos y desaparecidos. Tiene forma de uve que se va hundiendo en el terreno y el pico apunta a los monumentos a Lincoln y Washington.

58.000 nombres están grabados en la pared de granito negro

Es un recinto muy visitado, unos tres millones de personas cada año, y desgraciadamente ha sido objeto de varios actos de vandalismo.

Tres soldados de Vietnam: un caucásico, un hispano y un afroamericano

La segunda parte del monumento es una escultura, tremendamente real, que representa a tres soldados de la guerra de Vietnam: un caucásico (el oficial, claro), con chaleco y pistola, y dos soldados con armas largas, un hispano y un negro.

Monumento a los veteranos de la Guerra de Corea

Al otro lado del estanque se encuentra el monumento a los veteranos de la guerra de Corea, conflicto inacabado (nunca se firmó la paz, solo un armisticio) que también supuso un baño de sangre de jóvenes norteamericanos, y como la de Vietnam tampoco terminó con una victoria de los Estados Unidos. No fue una derrota, si acaso un empate. Es un conjunto escultórico tremendamente realista que integran que integran 19 miembros de un escuadrón de combate.

Lo forman 19 miembros de un escuadrón de combate

De los 19 militares, una quincena son soldados, dos marines y los restantes un médico de la Armada y un observador de la Fuerza Aérea, todos esculpidos en granito y en traje de combate.  

Monumento dedicado a Thomas Jefferson

Es un área de la ciudad repleta de recuerdos del pasado, incluido un memorial en homenaje a Martin Luther King, que no llegamos a ver, y otro al presidente Jefferson, que vimos de pasada. Este último se construyó entre 1939 y 1943 para destacar el papel del autor de la Declaración de Independencia y tercer presidente del país. Por la situación policial de ese día no pudimos visitar el emblemático Memorial de Iwo Jima, dedicado a los marines y basado en la famosa fotografía Alzando la Bandera en Iwo Jima tomado durante la batalla del mismo nombre por un fotógrafo de la Associated Press llamado Joe Rosenthal. Así que la siguiente imagen es de Wikipedia.



Salimos del National Mall un tanto abrumados por las dimensiones de un recinto que recuerda al pasado, aunque el presente se adivina en la imagen lejana del Capitolio.


Una vez en la ciudad nos dirigimos a la Casa Blanca después de que el chófer pudiera dejar el autobús a no mucha distancia. En el paseo por varias calles céntricas pasamos al lado del hotel donde estaban alojadas varias delegaciones de la cumbre de la OTAN.

Despacho Oval, en la parte trasera de la Casa Blanca

La visita al exterior de la Casa Blanca no fue la habitual en el tour, pues la reunión de la OTAN había trastocado la vida de esta ciudad. La calle que discurre por la parte delantera de la mansión donde reside y trabaja el presidente de los Estados Unidos estaba cerrada, y tuvimos que conformarnos con la trasera, adonde se asoma el famosísimo Despacho Oval.


El lugar estaba lleno de visitantes y turistas, y también de vendedores de botellas de agua fría de medio litro, que despachaban continuamente al americano precio de 5 dólares. Y se las quitábamos de las manos para sobrellevar una jornada tan agobiante y calurosa.

Interesante fachada del Museo Nacional de los Indios Americanos

La parte final del tour consistió en llevarnos en el autobús hasta las cercanías del Capitolio, para quien quisiera acercarse a su exterior. En la zona están ubicados varios museos, destacando el Smithsonian del Arte y el Espacio, pero al no haber podido reservar un pase por internet nosotros elegimos el Museo Nacional de los Indios Americanos. Es un edificio curvilíneo recubierto de piedra caliza.



Quedamos encantados pese a la corta visita, tanto por el contenido como por la arquitectura del inmueble y porque, en comparación con el fuego exterior, se estaba bastante a gusto. Allí se ofrece una visión de las culturas indígenas a lo largo de 12.000 años, tanto de Norteamérica como de Hawai y Alaska. Tiene más de un millón de piezas y el diseño del inmueble es obra del canadiense Douglas Cardinal. 

Amplio vestíbulo del Museo de los Indios Americanos


Así que nos despedimos de esta fugaz visita a Washington con esta imagen del Capitolio y regresamos al autobús.



En el trayecto de vuelta nuevamente hicimos una parada para estirar las piernas, ir al baño y tomar un refrigerio en estas área de servicio norteamericanas tan prácticas: un amplio vestíbulo bordeado de tiendas y restaurantes con una zona común de mesas y sillas. La llegada de cientos de viajeros en autobuses la asumen sin agobios, en un proceso rápido y cómodo.


Y al llegar a Nueva York, parada final en la orilla de Nueva Jersey para disfrutar de Nueva York de noche, una imagen espectacular.



De noche esta ciudad impresiona todavía más que durante el día, que ya es decir.


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